miércoles, 27 de febrero de 2013

El Elemento: la clave de la educación y del aprendizaje

"La creatividad va un paso más allá que la imaginación, porque exige que hagas algo en vez de estar tumbado pensando en ello" K. Robinson (El Elemento)
 
El Elemento, de Ken Robinson, es un libro que ha revolucionado el campo de la creatividad, la innovación y el aprendizaje, y que personalmente he disfrutado mucho leyéndolo. Se hace ameno y atractivo tanto por la forma en que nos descubre cómo algunas personas han tenido mucho éxito, como por su intento de trasmitir la necesidad de pensar de forma diferente en nosotros mismos, en lo que estamos haciendo con nuestra vida, en cómo educamos a nuestros hijos y en cómo gestionamos nuestros intereses dentro de la comunidad donde nos desarrollamos.
 
Las historias narradas corresponden a personas tan conocidas como John Lennon y Paul McCartney (The Beatles), Matt Groening (creador de Los Simpson), Paul Samuelson (Premio Nobel de Economía 1970), Mick Fleetwood (batería del grupo Fleetwood Mac), etc. La mayoría de ellos tenían en común que no eran buenos estudiantes. Academicamente no eran sobresalientes, pero desde bien temprano supieron cuáles eran sus pasiones. Ellos sí encontraron su Elemento.
 
Uno de los temas del grupo Feetwood Mac
 
 
Pero, ¿qué es el Elemento? Tal y como explica Robinson, es una manera diferente de delimitar nuestro potencial, que se manifiesta de forma diferente en cada persona como si de una huella dactilar se tratara, aunque los componentes del Elemento son universales. El Elemento es, de una forma más clara, el lugar dónde confluyen las cosas que nos gusta hacer, que nos apasionan, con las que se nos dan especialmente bien, con las que somos hábiles.
 
¿Por qué la mayoría de las personas no encuentran su Elemento? Ken Robison afirma que todos tenemos grandes talentos naturales, pero a medida que crecemos, éstos decrecen. Los sistemas educativos acaban con ellos. También hay otros factores limitantes, como la utilización de una mínima parte de nuestras facultades (imaginación, inteligencia, espiritualidad, intuición y conciencia física y sensorial). Otra de las limitaciones es no ser capaces de integrar todas las capacidades entre sí (mente/ cuerpo/ sentimientos/ relaciones sociales). Y por último, no llegar a la compresión del gran potencial para el que hemos venido a este mundo: crear y cambiar. 
 
Como dice el autor del Elemento, yo también creo que es importante propagar una idea nueva sobre la educación con el objetivo de que todos tengan la oportunidad de hacer lo necesario para descubrir su Elemento por sí mismos y a su modo, ya que muchos talentos se pierden, y lo que es peor, surgen vidas más infelices.
 
Como ejemplo de que otra forma de educación es posible, donde garantice el crecimiento y potencial de los talentos naturales de los alumnos, aquí os dejo, para el que no haya visto todavía, el documental "La Educación prohibida"
 
Documental "La educación prohibida" 
 
 
 
 
 
 

jueves, 21 de febrero de 2013

Persépolis

Esta es la primera entrada que hago en mi blog sobre cine y educación. El cine es una potente herramienta educativa que no podemos perder de vista tanto padres como educadores. Ésta película me parece idónea para el público adolescente, aunque lo es también para adultos. 

Persépolis es una película francesa de género dramático y de animación en blanco y negro, basada en la novela gráfica del mismo nombre. Relata la propia historia de su protagonista, Marjane Satrapi, una chica iraní educada a la manera occidental por su familia de clase alta y de ideas progresistas, en un contexto histórico reciente de la realidad de su país, Irán, que pasa de una revolución a un profundo régimen fundamentalista islámico.
 
Trailer de la película 
Es una película muy apta para trabajar en el aula, dirigido a adolescentes a partir de 12 años, tanto por su atractivo gráfico y visual, sus pinceladas de humor (me encanta la abuela de Marjane) y por estar llena de temas y valores que se hacen precisos en la educación juvenil actual: integridad, identidad personal, lucha por la libertad y la conquista real de los derechos humanos, interculturalidad, integración social, tolerancia y respeto por otras culturas y religiones.
Aquí tenéis varias guías didácticas de apoyo para trabajar la película educativamente:   Guía Didáctica1  Guía Didáctica2 (en castellano) Guía Didáctica3 (en catalán)

Marjane Satrapi es también la autora de Ajdar, un cuento ilustrado infantil del que hice una entrada en este blog


Uno de los temas de la BSO de Persépolis

lunes, 11 de febrero de 2013

Nuevas habilidades necesarias para todos los ciudadanos

En esta nueva sociedad del conocimiento y de la información, todos los ciudadanos debemos desarrollar unas competencias que nos lleven a una óptima socialización y adaptación, para un buen uso de las tecnologías y entendimiento del mundo nuevo que se nos presenta.
 
Las nuevas competencias que todo ciudadano debe conseguir en la Sociedad del Conocimento y de la Información son: Aprender a ser (desarrollar una personalidad que permita actuar con una mayor capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal); aprender a saber (estar informado de un modo global, antropológico y culturalmente, promoviendo el autoaprendizaje); aprender a hacer (adquirir múltiples capacidades para hacer frente de un modo multidisciplinar, debido a la cantidad de situaciones y tareas que se nos pueden presentar); y aprender a convivir (conocer y comprender mejor a los demás, al mundo, así como saber trabajar en equipo).
 
 
 
Cada una de estas cuatro compentencias a desarrollar, requieren de las siguientes habilidades:
 
Aprender a SER requiere el desarrollo de las habilidades de autoconocimiento y la capacidad autocrítica, buscando el equilibrio y el cultivo del yo interior; la autoestima y la identidad personal, aprendiendo a ser feliz, aceptarse, sentirse persona digna, capaz de tomar decisones; adaptación a las circunstancias cambiantes y nuevos entornos, disposición a aprender y desaprender, aceptar los hechos y vivir con humor; control de las emociones y del estrés, inteligencia emocional y capacidad para expresar los sentimientos; curiosidad e imaginación, actitud curiosa, observadora y crítica ante lo que nos rodea, formularse preguntas, investigar; capacidad de abstracción, razonamiento y reflexión, analizar datos, interpretar y valorar con pensamiento abierto lógico y crítico; actitud optimista; autenticidad y sinceridad; responsabilidad y flexibilidad en las actuaciones.
 
La competencia de aprender a SABER requiere desarrollar habilidades culturales, conocimientos, visiones del mundo y de los fundamentos de la ciencia, ideas, instrumentos, formas de comunicación, normas, valores... estar en la reallidad del momento; informarse, leer, observar, buscar información para poder hacer juicios multidisciplinares, analizar, combinar el conocimiento devarias disciplinas para adquirir una visión más amplia y mayor conocimiento; construir conocimiento, autoaprendizaje (aprender a aprender), reflexión, autoevalución, formación permanente; aprendizaje de idiomas y del los nuevos códigos de comunicación.
 
Aprender a HACER, ser hábil en la toma de decisiones y anticiparse a los hechos, ser perseverante a pesar de las dificultades; fomentar una actitud creativa, imaginación como manera de percibir el medio y como una forma original de realizar tareas cotidianas, aportar nuevas ideas, elaborar las propias percepciones y visiones del mundo; motivación y disposición a afrontar riesgos y afrontar fracasos o frustraciones; análisis de situaciones complejas y resolución de problemas; experimentar; uso efeciente de recursos y adaptación al mundo laboral en cambio.
 
Y por último, aprender a CONVIVIR, que requiere la habilidad de expresarse (hablar, escribir y redactar correctamente, dibujar y presentar trabajos y conclusiones con eficacia; comunicarse con sensibilidad hacia los otros, hablar en público, escuchar, dialogar, comprender, afirmarse, negociar, intercambiar y empatizar; sociabilidad y respeto a las personas, a la diversidad; cooperación, saber trabajar en colaboración y en equipo; resolución inteligente y pacífica en conflictos, solidaridad.
 
 
 
 

 

miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Qué lleva a que un menor se implique en actividades delictivas?


Son muchos los factores que llevan a un menor a delinquir o infringir la ley. Cada menor de forma individual, cuenta tanto con factores de riesgo como con otros factores llamados de protección.
Un factor de riesgo es el que aumenta la probabilidad de que un menor desarrolle un trastorno emocional o de conducta en comparación con los niños de la población general.

 
Los factores de protección son circunstancias que se dan en el ambiente del menor y en su propia naturaleza, como la confianza en uno mismo, buenas habilidades sociales, cohesión familiar, identificación con un modelo adulto prosocial y una buena red de fuentes informales de apoyo social a través de amigos, familia, vecinos y profesores. Los factores de protección proporcionan una “resistencia” ante los factores de riesgo, fomentando patrones de conducta adaptados y competentes (Rutter, 1990).
 
Entre los factores de riesgo existen causas biológicas ambientales, como la vulnerabilidad a desarrollar una psicosis. El criminólogo italiano Lombroso señaló, en el siglo XIX, que la criminalidad se transmitía genéticamente, y que los delincuentes podían ser reconocidos por ciertos aspectos físicos, como unas orejas prominentes o una frente sobresaliendo de los ojos. En la actualidad, se ha señalado con rigor la influencia de variables genéticas y biológicas en la conducta delictiva (es necesario recordar que una “causa” biológica no ha de tener origen genético; una lesión cerebral es algo biológico, pero su origen puede ser un accidente de tráfico, por ejemplo).
 
Otro ejemplo de causa biológica de origen ambiental son las dificultades perinatales. Un estudio de Brenann, Mednick y Kandel halló que el 80% de los delincuentes reincidentes violentos en su muestra de estudio tenía diversas complicaciones en el momento de dar a la luz sus madres, ocasionando daños en la cabeza y alterando así la funcionalidad del cerebro.
 
Se han señalado otros factores de riesgo individual biológicos como una baja tasa cardíaca, que viene a representar una dificultad en el niño para condicionar las respuestas de miedo y ansiedad frente al castigo, lo que dificultaría su socialización.
 
Otro factor de riesgo importante es el síndrome de trastorno de la atención con hiperactividad (TDAH), especialmente si se combina con el diagnóstico de trastorno de conducta o trastorno disocial. El TDAH se vincularía con la delincuencia porque estorba el aprendizaje en la escuela y el seguimiento de las normas, dado que estos niños presentan serias limitaciones a la hora de atender a las instrucciones y de poder reflexionar antes de actuar. Por su parte, el trastorno disocial enfatiza una violación frecuente de las normas sociales y los derechos de los demás, con el resultado de que el menor así diagnosticado presenta frecuentes conductas agresivas, robos y actos de vandalismo, conjuntamente con una personalidad basada en la toma voluntaria de riesgos y en la impulsividad.
 
La inteligencia, de cuya base genética (al menos en el 50% de su variabilidad) nadie duda, es otra variable tradicionalmente relacionada con la delincuencia. La moderna investigación señala que esa relación no es directa, sino mediada por otras dos variables: el fracaso en la escuela y la asociación con compañeros antisociales.
 
La delincuencia, y en particular la de tipo violento, también se relaciona mucho más con el sexo masculino. Las diferencias en agresión física son aparentes desde una edad muy temprana; las niñas son agresivas de modo más indirecto y emocional, mientras que los niños recurren mucho más a la violencia física.
 
Por otra parte la familia presenta de un modo directo según estilo de vida y educativo, un importante factor en el desarrollo o no de conductas delictivas. Las variables familiares más relevantes en su correlación con la delincuencia de los hijos son las siguientes: prácticas de disciplina basadas en el castigo, deficiente supervisión del niño dentro y fuera del hogar, mala calidad del vínculo afectivo y la presencia de criminalidad en los padres.
 
Y por supuesto no hay que olvidar los factores sociales de los que todos en pequeña o gran medida somos responsables. Las políticas actuales son un buen  ejemplo de ello. Los factores sociales más importantes son la exposición a la violencia en la comunidad; actitudes facilitadoras de la violencia en compañeros de edad y pandillas; prejuicio y discriminación; pobreza y desigualdad económica; acceso a armas y presentación positiva de la violencia en los medios de comunicación social. Aquellos jóvenes que crecen en un ambiente donde el estatus se logra siendo violento, y donde hay pocas esperanzas de sobresalir mediante el esfuerzo y las oportunidades legítimas, tendrán más dificultades para desarrollar un autoconcepto donde quede excluido el crimen y el abuso de drogas. Esto todavía puede ser peor para aquellos que deben de soportar prejuicios y discriminación derivados de su pertenencia a minorías étnicas.
 
Y por último las drogas y el alcohol. Estas sustancias en edades tempranas son un factor poderoso en la facilitación de las carreras delictivas. En investigaciones se revela la profunda conexión existente entre la violencia interpersonal y el consumo de alcohol, así como el tráfico y consumo de drogas y la delincuencia contra la propiedad (para sostener el hábito) y también los delitos violentos (para proteger la red de tráfico ilegal), si bien en los jóvenes menores de 18 años esto último no es tan grave como entre los adultos.
 
Fuente: Alguna información ha sido extraída de la documentación del curso realizado “Nuevas perspectivas de intervención con menores infractores” Ministerio de Educación.