Al leer temas pedagógicos se observa la cantidad de veces que se nombra a la escuela como espacio educativo único y universal, pasando a ser conceptos sinónimos. Pero la realidad actual nos indica que no lo son. Son conceptos que se han ido distanciando a medida que pasan las décadas. Ahora en pleno apogeo del siglo XXI, la Escuela se encuentra en plena crisis y en plena transformación. Todo cambia y todo está conectado, y ahora más que nunca, gracias a la revolución tecnológica.
La Tecnología ha hecho posible que el mundo se haga más pequeño, lo que hace tener un conocimiento de él más global y más globalizado. Las ciencias también se han ido conectando unas con otras, hasta el punto de que para el progreso hacia el bien común, pasa por saber de todo. Un saber multidisciplinar va a ser decisivo si queremos avanzar, trabajando al mismo tiempo, unos y otros, de forma colaborativa y no de forma competitiva, es decir, buscando un éxito global. Hacia eso vamos...
Todo ello se ve reflejado en las aulas del siglo XXI. En primer lugar no sólo las aulas son espacios educativos. Ahora ya no. La actualidad refleja múltiples espacios y en múltiples contextos. El aula de este siglo ya no es sólo unas mesas, unas sillas y una pizarra, que acoge sermones y los alumnos escuchan. Ahora es un espacio dinámico y multicontextual, donde todos aprenden, enseñan, y aprenden a aprender, colaborando unos y otros, porque somos diferentes, y aprendemos de manera diferente también, y cada uno tiene algo nuevo que aportar. El educador pasa a ser un moderador y un guía, un conector de aprendizajes, un aprendiz y un maestro. Y el aprendizaje de contenidos debe ya ceder el paso al aprendizaje de competencias y al desarrollo de habilidades.
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