lunes, 4 de julio de 2011

La Educación del Ocio

El tiempo libre ha crecido significativamente desde finales del siglo XX, al reducirse las jornadas laborales y con la llegada del Estado del Bienestar. Ese tiempo libre es importante aprovecharlo de manera que nos aporte un mayor desarrollo como persona y como ciudadano que convive con otros. Todo ello repercutirá positivamente en la sociedad en la que vivimos. Por ello se ha comprobado que la educación del ocio tiene un enorme potencial para llevar a cabo la educación para la vida. Así mismo, el ocio representa el primer lugar en nuestra escala de valores y es parte esencial de los nuevos estilos de vida.

El disfrute democrático del ocio es una conquista social del siglo XX, la necesidad de vivir un ocio de calidad y un reto para todos en este siglo XXI. Ocupa un papel dominante en los nuevos modos de vida de los países desarrollados, sobre todo en la clase media y alta. La presencia del ocio se ha hecho un hueco en la vida cotidiana: pasear, leer, viajar, ir al cine... Pero el desarrollo progresivo de la educación universal (escuela) se ha orientado hacia la educación de las habilidades de producción, olvidándose una vez más del disfrute de la vida. 

Tenemos más tiempo libre y hay que transformarlo en tiempo de ocio, y  no es una tarea que se realice automáticamente. Las nuevas posibilidades de diversión abren nuevos cauces de diversión y también, nuevos focos de alienación. Por lo tanto, la educación del ocio, la realización del ocio, necesita un tiempo para la reflexión, por parte de todos y todas.

La educación del ocio tiene como objetivo contribuir al desarrollo, mejora y satisfacción vital de las personas y las comunidades, a través de conocimientos, actitudes y valores, y habilidades relacionadas con el ocio. El ocio es un ámbito del desarrollo humano y por lo tanto es una necesidad. Este ocio ha de ser vivido de forma satisfactoria. Es la reivindicación de la persona, de su libertad responsable. Es la defensa de lo satisfactorio, por encima de lo útil.

Los valores de fondo de la experiencia del ocio tienen relación directa con la libertad, la autonomía, la autorrealización. La educación del ocio intenta capacitar a las personas para mejorar sus vidas al facilitarles la autorrealización, permitir ejercitar el derecho al ocio y poder así aumentar su calidad de vida. La persona educada en ocio se ve capaz para ser feliz en sus experiencias de ocio, y siente que éstas dependen de ella misma.

Partiendo de estrategias educativas relativas al desarrollo de valores, actitudes y destrezas de ocio, que buscan mejorar la calidad de vida de las personas, como un proceso abierto, y que no se dirige sólo a la infancia, sino que afecta a todas las edades.

El ocio, el disfrute del tiempo libre es además un derecho. Un derecho que forma parte de los Derechos Humanos, reconocido en la Declaración Universal de 1948. Es un derecho porque nos socializa y nos abre nuevos caminos de integración y de respeto.

Por lo tanto, ahora que se acercan las vacaciones, y con ella un mayor incremento del tiempo libre, es importante saber disfrutarlo con los recursos que dispongamos. Hay que disfrutar. Aprendamos a disfrutar de nuestro tiempo libre, libremente.